Hoy hemos amanecido pronto porque teníamos por delante una jornada intensa y larga. La primera visita era al este del país, a las ruinas romanas de Baalbek. En esta ciudad libanesa se hallan las ruinas del Templo de Júpiter, una construcción pagana que data del siglo I d.c. La única pena de todo el complejo es que solo se mantienen bien conservado uno de los edificios adyacentes, porque el resto está bastante demacrado. Lo cierto es que viendo las infografías te haces un poco a la idea de la magnitud de la edificación.
El guía nos ha contado que para construirlo, aunque no contaban con tecnología, contaban con esclavos y una variable muy importante: el tiempo. De esa forma, a lo largo de los tres siglos, es posible que construyeran incluso rampas de roca (ya que las de arena y tierra colapsarían con capiteles de 3000 kilos) para subir las piedras talladas hasta lo alto del templo.
Después, de camino al autobús, nos hemos encontrado un puesto de venta ambulante en el que vendían camisetas de Hezbulla, y es que esa banda armada es considerada pieza clave de la victoria en la guerra de hace 15 años contra Israel.
La segunda parada ha sido la pista de esquí de Faraya, sí, en el Libano tienen pistas de esquí en sus montañas de 3000 metros de altitud, y todavía quedaba nieve. Hemos parado en el Ricky,s un restaurante que me recordaba a la casa del 1080 snowboarding, y después hemos dado una vuelta en quad por los alrededores.
La ruta ha proseguido entonces hasta nuestro hotel, en donde nos hemos arreglado para ir al complejo Mövenpick, en donde teníamos un cóctel y la final de la Champions en un móvil apoyado sobre un servilletero. Entre los británicos había mucha rivalidad.
Para terminar la noche hemos ido al O by Michel Fader, un club de los más elitistas de la ciudad en el que te reciben unos deportivos en la puerta. Desde el reservado para Visit Lebanon 2019 se ve el escenario central, en donde cada hora se realizan actuaciones de baile, canto o músico.
Ya por fin llegó la hora de dormir.
DieQuito
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