Comenzó la aclimatación. Pronto por la mañana, hemos preparado nuestras mochilas para subir a la Aiguille du Midi, punto turístico situado a 3842 metros y con una increíble panorámica del Mont Blanc. Se sube en teleférico desde Chamonix y lo cierto es que el viaje ya no es recomendable para alguien con miedo a las alturas.
Hemos llegado arriba y tras hacer unas fotos nos hemos calzado los crampones y armados con nuestros piolets nos hemos aventurado a la arista que lleva al refugio de Les Cosmiques. Y vaya arista, porque era aérea y expuesta, con una caída hacia la izquierda de las que no sale nadie vivo. Con mucha paciencia y paso seguro hemos bajado hasta el glaciar y una vez allí hemos practicado las cordadas, que ya han quedado definidas. Marcos y yo iremos por un lado; Raúl, Alejandro y David por otro.
Después, el ascenso, como siempre en este tipo de pasos, ha sido más sencillo y hemos visitado la punta de la torre con su emblemático Paso de la vida: una habitación colgada sobre una pared de roca, sobre una caída de unos 1000 metros de profundidad y con la particularidad de que tiene todas las paredes (suelo incluido) de cristal.
Hemos bajado alrededor de las 5 de la tarde a Chamonix, en donde ya se respiraba un ambientazo impresionante por la Ultra Trail de Mont Blanc, en la que este año corre mi tío. Una ruta circular rodeando todo el macizo del Mont Blanc, en la que los corredores cubren 170 kms y pasan por Francia, Italia y Suiza. Lo mejor es que he podido darle un abrazo a mi tío, que ha pasado por mi lado (que ya es casualidad teniendo en cuenta que corren unos 3000 corredores). Mucha fuerza para esa carrera de resistencia que para mí es algo imposible de plantearme.
DieQuito
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